Viernes 27 de septiembre de 2013, un día muy esperado
durante los meses previos. Nada menos que el día que Iron Maiden volvía a la
Argentina, tras su última visita (a la cual no asistí) presentando Final
Frontier. Yo me levanté como todos los días y me fui a trabajar. Esa jornada
estuve dándome manija con todos los álbumes de ellos. Di mis clases de inglés
con recitales de fondo. Todo apuntando a las seis de la tarde, horario en el
cual me retiraba a mi casa para prepararme para el rocanrol. Se imaginarán que
las bandas soporte de aquella noche, fueron (para mi) un cuento de boca en
boca, ya que jamás llegué a verlas. Ghost abría la fecha, luego Slayer se hizo
cargo de dejar el terreno listo para la banda principal de la noche.
Camino al estadio, como siempre, malones de metaleros
caminando por las calles de Belgrano y Nuñez. Todos con remeras de Iron Maiden.
Debo confesar que yo era el menos metalero de todos. La gente avanzaba a pie al
estadio de River Plate, todos íbamos con una fresca en la mano, algunos íbamos escuchándolos
con el reproductor de música. Llegando al estadio todos, con ticket en mano,
entrabamos en calor cantando típicas canciones de cancha, esta vez dedicadas a
Maiden. Una vez pasados los controles, entrar corriendo al campo (como en la
peli Detroit Rock City, cuando los pibes entran a ver a Kiss. O como cuando fui a ver a Pearl Jam a La
Plata, que estábamos llegando tarde). He descubierto que uno encara diferente
el recital si entra corriendo. La adrenalina es aún mayor y solo querés
rocanrol!
Antes de comenzar el recital, en la cola del baño, me quedo
hablando con dos uruguayos. Con esto quiero ilustrar la capacidad de mover
personas que tiene esta semejante banda. Todos esperábamos con muchas ganas el
show de la bestia. Cuando de repente se apagan las luces. Obviamente, yo ya
estaba a tres personas de la valla del lado de Janick Gers. Suenan los primeros
segundos del recital. Todo comenzaba con un gran tema del disco Seventh Son of
a Seventh Son, Moonchild. Tanta era la energía, que parecía que todo iba a
explotar. En eso, Bruce Dickinson decide detener la música. Lo que había
ocurrido no era menor. Derribamos una parte del vallado… Si no paraban el show,
podríamos habernos lastimado jodido.
Luego de 20 minutos, en los cuales Bruce nos pedía que
retrocedamos, hizo un solo de batería, otro Nico McBrian, hizo (Bruce) The
William Tell Overture golpeando sus cachetes con los dedos y haciendo sonidos
con la resonancia de su boca. Lo más impresionante, el público cantando Heaven
Can Wait. Pasado el tiempo, se reanuda el show. A mi parecer, fue muy bueno lo
que hicieron, más después de escuchar a Dickinson decir que se iban a quedar
toda la noche si era necesario, porque ellos querían rocanrolear tanto como
nosotros.
Can I Play with Madness fue como se retomó el concierto. A
lo largo de él, me ocupé de escuchar y mirar a cada uno de los integrantes.
Dickinson, siempre una bestia. Gritando “Scream for Me” todo el tiempo.
Agitando y corriendo para todos lados. Cantando de puta madre. Steve Harris, el
corazón de Maiden. Su bajo es asesino. Sobre todo cuando lo lleva a su pecho y
lo toma como si fuera una ametralladora, disparando notas musicales para todos
lados. Dave Murray, muy fino y veloz en su guitarra. Solos que te paralizan la
mente. Adrian Smith, la guitarra rocanrolera. Solos que realmente le nacen del
medio del pecho. Dueño de una buena voz. Nico McBrian, zarpado baterista. Sin
golpear muy duro, logra sacar el sonido justo para acompañar todo. Muy técnico,
a mi gusto (Recuerden que no soy baterista, soy guitarrista). Finalmente, a
quien más me gusta observar, Janick Gers. Además de sonar muy bien, se encarga
de aportar un poco de magia y humo. Revolea la viola, tira patadas, salta,
corre. Hasta le da con la rodilla a las cuerdas. Un verdadero fenómeno.
Las
canciones fluyeron hasta Run to The Hills, donde claramente se coreó la
guitarra principal. Fear of The Dark, casi sobre el final, es una mención aparte. Es impresionante como se vive el coro de Fear of The Dark. A
los músicos les impresionó siempre, a tal punto de incluir la vez que lo
tocaron en Ferro, para el DVD Flight 666. Impresionante. Esta vez no fue
diferente. Un estadio repleto de gente. Dickinson diciéndonos cuantas personas éramos.
El sonido que habían puesto. El tremendo escenario. No solo nadie esperaba
menos de ellos, sino que ellos no tenían pensado brindar menos. Seguían los
gritos de “Scream for Me”. Todos enloquecidos durante diecisiete temas. Los
últimos tres fueron los encore. Aces High, The Evils that Men Do y Running
Free. Nunca hay que olvidar que fue una fecha increíble.
A continuación voy a dejarles el link al setlist completo de
la fecha y quizás si siguen bajando, haya un link al recital. Quizás, porque
puede llegar a estar bloqueado en youtube.
http://www.setlist.fm/setlist/iron-maiden/2013/estadio-river-plate-buenos-aires-argentina-7bc7fad4.html